Revista Asma 2017-02-02

Soto Campos JG, del Cuvillo Bernal A, Rojas Villegas J. Rev Asma. 2017;2(2):159-165

Rinitis-asma y accidentes de tráfico

Autores

José Gregorio Soto Camposa,c, Alfonso del Cuvillo Bernalb,c, Josefa Rojas Villegasd

a Unidad de Gestión Clínica de Neumología y Alergia. Hospital de Jerez. Jerez, España
b Unidad de Gestión Clínica de Otorrinolaringología. Hospital de Jerez. Jerez, España
c Grupo de investigación UNAIR (UNited AIRways)
d Unidad de Gestión Clínica de Prevención, Promoción y Vigilancia de la Salud. Área Sanitaria Norte de Cádiz. Hospital de Jerez. Jerez de la Frontera (Cádiz), España

Correspondencia

José Gregorio Soto Campos
Unidad de Gestión Clínica de Neumología y Alergia. Hospital de Jerez
C/ Sevilla, 42, 1º J. 11402 Jerez de la Frontera (Cádiz), España
E-mail: josesoto@separ.es

 

Resumen

Las lesiones por accidente de tráfico constituyen uno de los principales problemas de salud de la población mundial en los inicios del siglo xxi. Entre el 71% y el 93% de los accidentes presentan factores humanos “accidentógenos”. Dentro de las comorbilidades se ha puesto mucho énfasis en los defectos de órganos de los sentidos (vista, oído) y en alteraciones cardiológicas (arritmias, cardiopatía isquémica), metabólicas (hipoglucemias en diabéticos), neurológicas y/o psiquiátricas. La incidencia de la patología inflamatoria crónica de la vía aérea (rinitis y asma) va en aumento y, en el caso de las alergias, la estacionalidad y la edad de afectación (jóvenes) determina una infravaloración del impacto de estas enfermedades en actividades que, como la conducción, requieren la máxima atención. Los estudios que han tratado esta cuestión son escasos, pero apuntan a una mayor incidencia de accidentes en personas con patología rinítica o asmática.

Introducción

Las lesiones por accidente de tráfico constituyen uno de los principales problemas de salud de la población mundial en los inicios del siglo xxi. En estos primeros decenios se han erigido como uno de los problemas de salud de mayor prevalencia en países desarrollados, en donde suponen la primera causa de muerte en la población de entre 5 y 44 años. El impacto sanitario es aún mayor, ya que la mitad de las lesiones craneoencefálicas graves y el 60% de las medulares son consecuencia de un accidente de circulación.

En España, en el año 2015 se registraron 1.038 accidentes mortales, en los que fallecieron 1.689 personas; hubo un total de 97.756 accidentes con víctimas, que ocasionaron 9.495 heridos graves1. La evolución de fallecidos, heridos hospitalizados y heridos no hospitalizados ha variado desde 1965 a 2015, observándose una disminución en los dos primeros grupos. En 1965 las proporciones eran de un 5% de fallecidos, un 26% de heridos hospitalizados y un 68% de heridos no hospitalizados. En 2015 estas proporciones han cambiado, reduciéndose la de fallecidos al 1,2% y la de heridos hospitalizados al 7,0%. Sin embargo, se observa que el porcentaje de accidentes ha aumentado en últimos años, con incremento de los heridos leves en estos siniestros, que son aquellos que no precisan hospitalización (Figura 1). La cifra de fallecimientos se mantiene estable desde 2014; en 2015 fallecieron 1.689 personas, lo que supuso un 0,4% más que en el año precedente.

Figura 1.
Evolución de los accidentes de tráfico en España

Entre un 71% y un 93% de los accidentes presentan factores humanos “accidentógenos”2. Dentro de las comorbilidades se ha puesto mucho énfasis en los defectos de órganos de los sentidos (vista, oído) y en las alteraciones cardiológicas (arritmias, cardiopatía isquémica), metabólicas (hipoglucemias en diabéticos), neurológicas y/o psiquiátricas. Con respecto a las enfermedades respiratorias, el conocimiento de que los pacientes con síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS) no tratados tienen un mayor riesgo de accidentes de tráfico ha sido el motivo por el que algunos países de la UE (entre ellos España) incluyen desde hace años esta enfermedad entre las que deben ser controladas para obtener o prorrogar el permiso de conducción. Una revisión sistemática publicada en 20093 analizó el riesgo de siniestros debidos a SAHS en conductores de vehículos comerciales, mostrando que la media de este riesgo se situaba en un rango entre 1,12 y 4,89 (odds ratio de 10 artículos revisados). Young et al.4 determinaron que tener al menos un accidente en 5 años era significativamente más probable con un índice de apneas-hipopneas (IAH) superior a 5, y que hombres y mujeres con un IAH superior a 15 presentaban significativamente más accidentes múltiples en 5 años (odds ratio: 7,3). Con respecto a otras enfermedades respiratorias, los estudios que han tratado su influencia en la conducción de vehículos han sido pocos y con resultados dispares. Sin embargo, en el Reglamento General de Conductores, que regula las aptitudes psicofísicas para obtener o prorrogar el permiso de conducción, publicado en el Real Decreto 1055/2015, de 20 de noviembre, se hace alusión a que hay enfermedades respiratorias que pueden imposibilitar la consecución del permiso de conducción en España, entre ellas las que provocan disnea permanente o crisis de disnea paroxística (Tabla 1)5,6.

Tabla 1.
Criterios respiratorios para obtener o prorrogar el permiso o licencia de conducción. Reglamento General de Conductores, publicado en el Real Decreto 1055/2015, de 20 de noviembre (tomado del Real Decreto 818/2009, de 8 de mayo)

Exploración

Criterios de aptitud para obtener o prorrogar el permiso o la licencia de conducción ordinarios

Adaptaciones, restricciones y otras limitaciones en personas, vehículos o de circulación en permisos o licencias sujetos a condiciones restrictivas

Grupo 1: AM, A1, A2, A, B, B + E y LCC

(art. 45.1a)

Grupo 2: BTP, C1, C1 + E, C, C + E, D1, D1 + E, D, D + E

(art. 45.1b y 2)

Grupo 1

Grupo 2

7.1 Disneas

No deben existir disneas permanentes en reposo o con esfuerzo leve.

No deben existir disneas por pequeños esfuerzos ni paroxísticas de cualquier etiología.

No se admiten.

No se admiten.

7.2 Trastornos del sueño

No deben existir síndrome de apneas obstructivas del sueño, trastornos relacionados con este ni otras causas de excesiva somnolencia diurna.

Ídem grupo 1.

Los afectados de síndrome de apneas obstructivas del sueño o de trastornos relacionados con este, con informe favorable de una unidad de sueño en que se haga constar que están siendo sometidos a tratamiento y control de la sintomatología diurna, podrán obtener o prorrogar el permiso o licencia con un período de vigencia máximo de dos años.

Los afectados de síndrome de apneas obstructivas del sueño o de trastornos relacionados con este, con informe favorable de una unidad de sueño en que se haga constar que están siendo sometidos a tratamiento y control de la sintomatología diurna, podrán obtener o prorrogar el permiso o licencia con un período de vigencia máximo de un año.

7.3 Otras afecciones

No deben existir trastornos pulmonares, pleurales, diafragmáticos o mediastínicos que determinen incapacidad funcional, valorándose el trastorno y la evolución de la enfermedad y teniendo especialmente en cuenta la existencia o la posibilidad de aparición de crisis de disnea paroxística, dolor torácico intenso u otras alteraciones que puedan influir en la seguridad de la conducción.

Ídem grupo 1.

No se admiten.

No se admiten.



Asma y accidentes de tráfico

El asma es la enfermedad respiratoria crónica más frecuente en el mundo. Puede afectar a cualquier ser humano, independientemente de la raza, edad o sexo. En España, al igual que en otros países, ha aumentado su prevalencia en los últimos años, probablemente en relación con el desarrollo industrial7,8. Posiblemente esta circunstancia explique los hallazgos del trabajo de Kanaan et al.9, que, al analizar la incidencia de factores de salud y su influencia en accidentes de tráfico en la Comunidad de Madrid durante 2006 y 2007, encuentra que las dos entidades más frecuentemente asociadas a estos fueron los niveles elevados de tensión arterial y el asma (detectadas en un 6,6% de los casos), seguidas a mayor distancia por depresión y epilepsia (2,8%).

Como comentamos previamente, en el Real Decreto 1055/2015, por el que se modifica el Reglamento General de Conductores, aprobado por el Real Decreto 818/2009, de 8 de mayo, se especifica que las enfermedades respiratorias susceptibles de provocar crisis de disnea paroxística no permitirán obtener o renovar la licencia de conducción. En un artículo finlandés10 se evaluaron los factores médicos que indujeron accidentes de tráfico fatales por provocar ataques agudos en conductores, y se observó que las enfermedades cardiovasculares y neurológicas fueron las más prevalentes en este sentido en el periodo estudiado, de 2003 a 2004. En nuestro país, el Informe Anual de Estadísticas de Accidentes de Cataluña (2003) indica que en el 7,6% de las colisiones con víctimas los conductores sufrieron la aparición o el empeoramiento repentino de una enfermedad. Señala además que los riesgos de accidentes para la población con enfermedades crónicas disminuyen en general si estas entidades están tratadas y controladas adecuadamente11. En asma, se han descrito en la literatura asociaciones puntuales de accidentes de tráfico y exacerbaciones de síntomas, como accesos de tos persistentes12-14.

Datos relevantes sobre la relación entre accidentes y asma derivan de la experiencia de De Marco et al.15, que siguieron prospectivamente a una cohorte de 6.031 pacientes asmáticos de entre 20 y 44 años, desde 1991 hasta 2000, detectando un aumento de la mortalidad, sobre todo en pacientes sintomáticos (no controlados), debida a accidentes de tráfico. La notificación de ataques de asma y/o disnea nocturna en la primera encuesta (realizada al principio del trabajo, en 1991-1992) se asoció con un aumento de dos veces de la mortalidad general (Standardized Mortality Ratios = 2,05; IC del 95%: 1,06-3,58) en comparación con el resto de la población, después de ajustar por edad y sexo. Ese incremento global para este grupo de sujetos se debió principalmente a un aumento estadísticamente significativo de la mortalidad por accidentes. En este sentido hay que destacar también el trabajo de Engeland et al.16, que identifica a los agonistas beta-adrenérgicos como factores implicados en los accidentes de tráfico detectados en un año de seguimiento. Estos autores registraron los tratamientos de las personas que sufrieron accidentes en Noruega desde abril de 2004 hasta septiembre de 2005. Observaron que el riesgo de verse involucrado en accidentes aumenta cuando el fármaco ha sido prescrito en los siete días previos al siniestro, incrementándose marcadamente si estos medicamentos son opioides o benzodiacepinas, pero también señalan a los agonistas beta-adrenérgicos (OR = 1,5; 1,0-2,1), justificando así la hipótesis de que el asma mal controlada puede interferir en las habilidades para la conducción de vehículos.

Rinitis y accidentes de tráfico

La rinitis y la rinosinusitis son patologías muy prevalentes. En España se ha estimado que en torno al 21% de la población padece rinitis alérgica (cuyo porcentaje más elevado corresponde a las moderadas-graves)17, en torno al 5-15% sufre rinosinusitis crónica y un 2% tiene poliposis nasosinusal18. Sabemos que la comorbilidad de rinitis en la población asmática es elevada y que es uno de los factores que puede desestabilizar el control de la enfermedad19.

Hace unos años Mapfre lanzó un informe comunicando que la alergia era la responsable de 100 muertes al año en accidentes de tráfico en nuestro país20. Hay que tener en cuenta que en un paciente rinítico cada estornudo equivale a 2-3 segundos, y que en una sucesión de estos un coche a 110 km/h de velocidad recorre alrededor de 600 metros casi sin control por parte del conductor. Al igual que en el asma, existen descripciones puntuales de accesos de estornudos vinculados a accidentes fatales de tráfico21.

Con respecto a la rinitis, es conocida la influencia del uso de antihistamínicos sobre la capacidad de dirigir automóviles22. Es importante recordar también que 7 de cada 10 personas afectas de procesos alérgicos desconocen que el consumo de antihistamínicos puede afectar a las actividades diarias, entre ellas la conducción. En la mayor parte de los casos se trata de antihistamínicos clásicos o de primera generación, cuyo efecto sedante deteriora el rendimiento psicomotor, por lo que el individuo alérgico bajo los efectos de estos fármacos tarda más tiempo de lo normal en tomar una decisión, su capacidad para razonar y memorizar disminuye y esto le lleva a adoptar decisiones equivocadas23,24. Hay especialistas que consideran que el riesgo de sufrir un accidente de tráfico por parte de un conductor alérgico sometido a medicación con estos fármacos es similar al de una persona con un nivel de alcoholemia en sangre de 0,5 gramos por litro en sangre, es decir, un positivo. Algunos autores habían demostrado, en condiciones de laboratorio, que pacientes con rinitis moderada no tenían afectadas las capacidades de atención ni psicomotrices en conducción, aunque dejaban entrever que una mayor gravedad de los síntomas podría haber tenido una mayor repercusión25. Las conclusiones de este estudio no se pueden extrapolar a la población general por su escaso tamaño muestral y han sido rebatidas por otros trabajos en que sí se determinan alteraciones en las habilidades, la concentración y el tiempo de reacción en pacientes con rinitis, utilizando un vehículo dotado de ordenador que medía las desviaciones laterales del vehículo de la línea media de la carretera26,27.

Influencia de la comorbilidad de asma y rinitis sobre la siniestralidad vial

Nuestro grupo ha realizado recientemente un trabajo28 en que perseguíamos analizar si la población de nuestra área sanitaria con diagnóstico de asma y/o rinitis era subsidiaria de una mayor siniestralidad en la conducción, determinando la prevalencia de accidentes previos sufridos en este colectivo. Con ello pretendíamos arrojar alguna luz sobre el riesgo de esta patología en la seguridad vial y sobre si estas enfermedades pueden ser consideradas como factores de riesgo que afectan a la conducción de vehículos.

Planeamos un estudio observacional transversal de casos y controles. Se entrevistó, siguiendo un cuestionario preestablecido, a un grupo de sujetos sin enfermedad crónica conocida y a otro de pacientes con asma con y sin rinitis, todos conductores habituales (uso de vehículo a motor al menos dos días a la semana). Se recogieron datos demográficos y sobre consumo de alcohol y tabaco, características del asma y la rinitis, consumo de medicamentos y otras enfermedades, así como un cuestionario de siniestralidad vial.

Se realizó un análisis de las razones de riesgo, de la influencia de padecer asma o asma y rinitis en haber tenido accidentes de tráfico (regresión logística univariante —test de Anova—), de la influencia de la gravedad del asma y la rinitis sobre la siniestralidad vial (regresión logística multivariante —t de Student—) y de los posibles factores de riesgo de siniestralidad vial (análisis multivariante —t de Student—).

Se seleccionó a 609 sujetos (52,4% mujeres; 185 asmáticos; 67,6% con rinitis comórbida). Los pacientes con asma presentaron una odds ratio de siniestralidad vial de 1,49, y los pacientes con asma/rinitis una de 1,68, ambos de forma significativa (p < 0,005) (Figura 2). Factores relacionados con la siniestralidad vial en asmáticos fueron la gravedad y el control de la patología, aunque el grupo de asmáticos graves fue poco numeroso (Figuras 3 y 4).

Figura 2.
Porcentajes de accidentes y odds ratio en el grupo de control y en los grupos de asma y asma-rinitis

Figura 3.
Riesgo de siniestralidad vial en relación con la gravedad del asma

Figura 4.
Riesgo de siniestralidad vial en relación con el control del asma

Como conclusión indicamos que los pacientes con asma y rinitis tienen un riesgo mayor de siniestralidad vial, que se incrementa con la gravedad, sobre todo de la rinitis. La gravedad de la rinitis es entre 2 y 3 veces más relevante que la del asma en la siniestralidad vial. La realidad es que en la actualidad el control y la prevención de la accidentalidad vial tienen fundamentos similares a los utilizados en otros problemas de salud. Dentro de las comorbilidades se ha puesto mucho énfasis en defectos de órganos de los sentidos (vista, oído) y alteraciones cardiológicas (arritmias, cardiopatía isquémica), metabólicas (hipoglucemias en diabéticos), neurológicas y/o psiquiátricas. Sin embargo, hay que recordar que la incidencia de las alergias en nuestro entorno es cada vez mayor, en determinados momentos estacionales y predominantemente en conductores jóvenes. Estos problemas pueden hacer la conducción molesta e incluso peligrosa si no están controlados. Creemos que es necesario educar al conductor asmático y/o rinítico en la repercusión de estos problemas de salud en la conducción, al igual que lo hacemos en otros aspectos de su vida, en las precauciones que debe tomar y en las estrategias de prevención que debe poner en marcha.

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